Temas centrales en su poesía
La poesía de Livia Díaz Ortiz es un puente entre su herencia huasteca —esa región de ríos caudalosos, tradiciones indígenas y diáspora cultural— y su mirada crítica como periodista. Aunque nacida en la Ciudad de México en 1965, su obra poética se impregna del espíritu de la Huasteca veracruzana y potosina, donde ha desarrollado gran parte de su trayectoria. Es una poesía visual, resistente y comunitaria, que no se vende al mercado, como reza su mantra #LaPoesiaNoSeVende.
Su escritura evoca la identidad huasteca con toques de nostalgia, resistencia y cotidianidad mágica. Explora:
- La diáspora y el arraigo: Habla de migraciones, el exilio emocional y el "corazón huasteco" que late lejos de la tierra. Por ejemplo, en poemas sobre el huapango (patrimonio inmaterial de la región), celebra tríos de son huasteco y figuras como Ponciano Fajardo, "El Patriarca", fusionando verso con música tradicional.
- Resistencia y memoria cultural: Critica el abandono de la Huasteca (caminos destruidos, huracanes como Grace o Priscila) y defiende tradiciones como el Xantolo o el copal en rituales indígenas. Textos como "Apagón en la Huasteca pero no de Alma" (publicado en Plumas Libres, 2025) usan la poesía para denunciar olvidos estatales, con imágenes de velorios colectivos y soledades compartidas.
- Elementos visuales y sensoriales: Incorpora humo de copal, ríos como testigos y la "caperucita huasteca" como figura de sustento familiar, tejiendo mitos locales con feminismo sutil.
0 comentarios